La dimensión ética en la obra de Antonio Mora Vélez 1
Por Carlos
Eduardo de Jesús Sierra Cuartas *
Cada vez que se aborda la historia de la ciencia ficción en Colombia,
suelen destacarse los nombres de dos escritores conspicuos del género: René Rebetez
Cortes y Antonio Mora Vélez. Esto no es algo casual si leemos a ambos autores
en clave bioética, esto es, si reparamos en la presencia de la dimensión ética
en su obra escrita. Así las cosas, aunque no sea tan espectacular lo producido
en este género en el seno del mundo hispano si hacemos la comparación con
respecto a mundos como el anglosajón, el galo, el tudesco y el eslavo, no hay
dudas en cuanto a que lo modesto de la producción hispana en lo que a la
ciencia ficción concierne no ha sido óbice para la génesis de aportes en
relación con el uso responsable del enorme poder otorgado al ser humano por la
tecnociencia, un tema de apremiante actualidad como cabe apreciar, amén de la
literatura propia del campo de la bioética y áreas afines, en la reciente carta
encíclica del Papa Francisco, esto es, Laudato Si'.
Al pasar revista a los textos de Antonio Mora Vélez, la dimensión ética
salta de inmediato a la vista en los títulos de algunos de ellos, como, por
ejemplo, en sus ensayos titulados El humanismo de la ciencia ficción, La
deshumanización de la función pública, Universidad y formación moral, y
Filosofía y democracia. Por lo demás, los títulos de sus relatos de ciencia
ficción no siempre sugieren a primera vista un trasfondo bioético, el cual aflora
tras una lectura detenida de los mismos, como en sus relatos Glitza, El juicio
de los dioses, La duda de un ángel, Diez de plata, Ejercicios fílmicos, y Error
de apreciación. En todo caso, no queda duda en cuanto a que la obra de Mora
Vélez ha incorporado la indispensable reflexión ética a propósito de los usos
responsables de la tecnociencia. En general, los cuentos, ensayos y poemas de
él han merecido la publicación en diversas revistas de América y Europa. Quizás
el mejor punto de partida para adentrarnos en esta dimensión de la obra de Mora
Vélez su ensayo El humanismo de la ciencia ficción, el cual aborda una
característica que han destacado así mismo otros de sus cultivadores en
diversos países a lo largo del tiempo. En tal ensayo, síntesis de una conferencia
dada por el autor en la Hemeroteca de la sede Bogotá de la Universidad Nacional
de Colombia, Antonio Mora Vélez, filósofo de formación, comienza por señalar la
unidad que tenemos con el universo, que somos uno con la naturaleza, una verdad
harto conocida desde la Antigüedad, pero que, por desgracia, el hombre actual
ha olvidado. En la actualidad, como apunta Mora Vélez, las ciencias han
aportado un conjunto de datos que respaldan este aserto. Así las cosas, tan
nefasto olvido ha conducido a nuestra civilización a destruir la naturaleza. En
otras palabras, se ha perdido el sentido del religare. En este punto, Mora
Vélez concluye que la ciencia ficción debe retomar este principio filosófico
con el fin de defender a natura. La segunda parte de esta conferencia de Mora
Vélez tiene un título demasiado preciso como para pasarlo por alto: La ciencia
destructora. En efecto, citando a Freeman Dyson, señala que, a menos que el
progreso de la ciencia esté acompañado por el de la ética, desemboca de manera
ineluctable en una enorme confusión y miseria para la humanidad. Además, le
enrostra a las ciencias mal llamadas puras que están alejadas de los problemas
cotidianos dado su enclaustramiento en campos esotéricos como los que más. De
esta suerte, las ciencias, dado su uso irresponsable, han acarreado una
destrucción considerable de la naturaleza y la vida. En este escenario, la
ética ha quedado como uno de los temas fundamentales de la ciencia ficción,
máxime por ocuparse ésta del futuro. Esto significa que el género ha ampliado
el papel de la imaginación y reorientado su norte hacia el humanismo. En
palabras de Mora Vélez, plasmadas en su ensayo El mar en la ciencia ficción:
"La ciencia ficción es un género de literatura que se ocupa de mostrarle
al hombre perspectivas, siniestras o paradisíacas, y de criticar con su
imaginario las tendencias nocivas que degradan al hombre y colocan a la
humanidad en la línea del desastre". En lo que a sus cuentos atañe,
comencemos por resaltar la dimensión ética del relato que lleva por título Diez
de plata, cuyo motivo principal es la segregación social entre ricos y pobres
según podemos apreciar en estas palabras, casi al inicio: "Los ciudadanos
de oro no usaban monedas de plata y los ciudadanos de plata no tenían con qué
pagar el cambio de las monedas de oro". Todo transcurre en un mundo en el
cual escasea el oxígeno en general, por lo que, para respirar, es menester
proveerse del mismo a cambio de una tarifa. Así, el protagonista del relato
fallece ante la imposibilidad de inhalar el precioso gas al no contar con las
monedas necesarias. Por su parte, Error de apreciación trata de la llegada de
una misión alienígena a la Tierra, cuya nave se posó sobre un paraje del gran
desierto norteamericano. A corta distancia, estaba un viejo indio que fumaba y
contaba las estrellas. Al llegar hasta donde él estaba, los astronautas
extraterrestres le preguntaron al indio si había otros como él en la Tierra, a
lo cual respondió que todos estaban muertos y, luego, añadió: "Todos
murieron de soberbia. Quisieron llegar más lejos de sus límites y lo
destruyeron todo y se destruyeron ellos mismos". He aquí unas palabras
que, en forma lapidaria, expresan el destino de las civilizaciones que usan la
tecnociencia en forma irresponsable. Si hay un cuento conocido de nuestro
escritor, es Glitza, quizás muy optimista al plantear una sociedad en la que
priman la hermandad y la solidaridad, una repetición en un nivel superior del
lema de los mosqueteros: "Todos para uno y uno para todos". En lo tecnocientífico,
Glitza brinda una concepción del buen uso de la ingeniería genética, usada por
su protagonista femenina, que le da el nombre al cuento, para cumplirle a su
amado, Vernon, una promesa de matrimonio, pese a que él se dispone a viajar a
un mundo extrasolar a varios años luz de distancia, de manera que, al volver él
a la Tierra, Glitza ha fallecido hace mucho tiempo. Pero, quien aguarda a
Vernon en el cosmódromo es una descendiente de Glitza justo igual a ella. Y le
dice a él: "Todo es obra del amor, del más grande y universal de los
sentimientos de la evolución cósmica. Gracias a él pudo la Glitza que usted amó
revolucionar la ciencia de los genes con un solo propósito: cumplirle una
promesa". En El juicio de los dioses, tenemos de nuevo el motivo principal
del uso irresponsable de la tecnociencia. En tal relato, los dioses del Olimpo,
que no son otra cosa que miembros de una expedición alienígena venida a la
Tierra, poseen conocimientos tecnocientíficos sumamente avanzados. Botón de
muestra, Apolo es el experto en energía atómica; Poseidón, en la estación submarina del Caspio; Demeter, en injertología. Y así por el estilo. En fin,
el quid del relato estriba en las infidencias de Atenea con Prometeo, lo cual
le ha permitido a éste la adquisición de conocimientos tecnocientíficos de
avanzada, gracias a los cuales ha construido un robot bastante sofisticado. A
raíz de esto, Zeus decide enjuiciar a Atenea dada la violación del respectivo
estatuto de seguridad. En suma, la discusión durante el juicio gira en torno a
si se puede o no confiar en los mortales en materia de transferencia de
conocimiento tecnocientífico. Atenea resume la situación como sigue: "¿Es
malo esto? ¿Es malo que un mortal logre aprender nuestra ciencia y se coloque a
nuestra altura intelectual? (…) ¡Yo no creo que eso sea malo! ¡Hemos venido
aquí a enseñar, a hacer progresar esta raza, no a dominarla, a conquistarla
como cualquier vulgar atrida!". A esto, Zeus responde que, si bien no han
venido a conquistar, tampoco deben darles herramientas de conquista a otros.
Del mismo modo, Zeus está preocupado por las consecuencias del cruce racial
entre dioses y terrestres dadas las consecuencias para el desarrollo histórico
de la Tierra. Otro relato sugerente de Antonio Mora Vélez es Yusty, que trata de
un ser extraordinario con apariencia de lémur, dotado con una inteligencia
fuera de serie y que gusta vivir en paz con la naturaleza. La acción
correspondiente transcurre en el lejano futuro, caracterizado por una
civilización dominada por la cibernética. Casi al final del relato, en medio de
un brindis, Yusty les dice lo siguiente a los humanos presentes: "Hoy, no
va a ser una catástrofe sideral ni un accidente en el manejo de la energía,
como en los casos anteriores. El fin de la humanidad vendrá como consecuencia
de la automatización que convierte al hombre en un animal peor que los gigantes
mitológicos que devoraban a sus propios hijos". Esta afirmación de Yusty
dejó pensativos a los circunstantes, quienes no pudieron evitar la recordación
de los años de la dependencia biológica y la reflexión acerca del porvenir de
los modernos chips neuronales, máxime que los humanos del relato, dada la
preponderancia del homo cibernético, son, en realidad, androides, cyborgs. Como
vemos, este cuento trae un motivo principal de palpitante actualidad dado el
entusiasmo desbordante e irreflexivo en relación con la biotecnología y la
nanotecnología. Por supuesto, hay más relatos salidos de la pluma galana de
Antonio Mora Vélez que abordan la problemática inherente a los malos usos de la
tecnociencia y sus consecuencias. Por mencionar unos cuantos más en este
sentido, señalemos Ejercicios fílmicos, Los ejecutores y La duda de un ángel,
junto con otro de sus ensayos: Universidad y formación moral. En todo caso,
duda no cabe en cuanto a que la obra literaria de Antonio Mora Vélez se ha
ocupado de la reflexión acerca de las consecuencias derivadas del uso
irresponsable del enorme poder dado al ser humano por la moderna tecnociencia,
lo cual connota una reflexión-acción que no puede faltar en el mundo hispano
por nada del mundo, sobre todo cuando éste no ha incorporado a lo largo de su
historia la cosmovisión inherente a la ciencia en tanto cultura, esto es, que debe
preocuparnos un mundo hispano que todavía insiste en relacionarse con la
tecnociencia en calidad de colectivos de consumidores, cuestión harto más
cuestionable cuando, en sentido estricto, la tecnología tiene que ver con la
reflexión moral y filosófica en torno a la técnica.
*Profesor Asociado, Universidad Nacional de Colombia Ex
Miembro del Comité de Ética de la Investigación, Universidad Nacional de
Colombia, Sede Medellín.
(1)“La
dimensión ética en la obra de Antonio Mora Vélez.” In:Bioética & Debat:
Tribuna abierta del Institut Borja de Bioética, Universitat Ramon Llull. (Febrero 2016). (Spain).
FUENTES:
20161221 bioetica
& debat http://www.bioeticadebat.org/modules/news/print.php?storyid=1326
4/4 Fuentes S.S. FRANCISCO. (2015). Laudato Si': "Alabado Seas".
Bogotá: Paulinas. MORA VÉLEZ, Antonio. (2004). Filosofía y democracia. Extraído
el 19 de septiembre de 2015 desde http://www.rodelu.net/mora/mora096.html. MORA VÉLEZ, Antonio. (2006). El mar en la ciencia
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Extraído el 20 de septiembre de 2015 desde http://www.literareafantastica.com.ar/diez.html. SAPARIN, Víctor et al. (1988). Ciencia ficción. Bogotá:
Cooperativa Editorial Magisterio. Este artículo proviene de bioetica &
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