jueves, 26 de mayo de 2011

ANA MARÍA, ADIÓS.

Tus ojos se perdieron en el abismo de la muerte después de la alegría.
Todas las ideas que se fijaron en tu estampa se fueron tras tu huída.
Todo el activo de tus sueños se perdió en esa noche de tristeza desbordada.
Morirte era lo que menos esperaban los enamorados de tu suerte,
y al acabar con tus latidos, acabaste con los latidos de las vidas
que aguardaban el generoso calor de tu amplio nicho.

Montería, mayo 26 de 2011.