jueves, 1 de diciembre de 2011

EL CLON DE BORGES: UN APORTE DE CAMPO RICARDO BURGOS A LA CIENCIA FICCIÓN COLOMBIANA.

Por Antonio Mora Vélez.

Campo Ricardo Burgos, uno de los nuevos valores de la ciencia-ficción colombiana, acaba de publicar su segunda novela titulada El clon de Borges (diciembre de 2010, edición de autor). Ya antes había publicado José Antonio Ramírez y un zapato (novela, La Serpiente Emplumada, 2003) y el ensayo de teoría literaria Pintarle los bigotes a la Mona Lisa: Las Ucronías (U. Sergio Arboleda, 2009). Es autor también de un extenso ensayo sobre La narrativa de ciencia-ficción en Colombia que fue publicado en la colección Literatura y Cultura. Narrativa colombiana del siglo XX (Mincultura, 2000).
Las novelas de Burgos López que comentamos tienen en común hacer literatura con personajes que adolecen de serios trastornos mentales, situación ésta que le permite al autor urdir una trama con base en tales patologías y derivar de ellas una propuesta fantástica o de ciencia-ficción. No le resulta difícil a Burgos López hacerlo puesto que es Sicólogo de profesión y uno de los pocos estudiosos que tiene el país de los géneros literarios fantasía y ciencia-ficción.
En el caso de su primera novela, Juan Antonio Ramírez y un zapato, el personaje se enamora de un zapato y hace vida marital con él, aberración que lo convierte en un ser excéntrico y que lo conduce a enfrentar a su propia familia, a sus amigos y a la sociedad, en defensa del derecho a hacer vida social y conyugal con semejante objeto. En esta novela de Burgos López el personaje aparenta ser un empleado común y corriente, que se desenvuelve normalmente en una sociedad sin sobresaltos, sin hacerle daño a nadie, y cuya locura es estar enamorado de un objeto insólito que tiene evidentes connotaciones eróticas desde tiempos inmemoriales. No se insinúa siquiera que tal o cual moda, invento o costumbre de la sociedad moderna --y el zapato no lo es-- haya causado la locura de José Antonio. Razón por la cual, en mi opinión, y con el debido respeto y admiración por Campo Ricardo, su obra "José Antonio Ramírez y un zapato", no pertenece al género de la ciencia-ficción. Es una ingeniosa e inteligente novela sicológica que se vuelve fantasiosa por la dirección sentimental que asume el personaje en su locura y que está encaminada a justificar las relaciones maritales y sexuales no convencionales y a criticar la intolerancia frente a la diferencia, característica de la sociedad colombiana de hoy.
La novela reciente, El clon de Borges, en cambio, sí presenta un argumento típico de la ciencia-ficción: la clonación de un ser humano, ya tratado en muchas obras anteriores, entre las cuales me permito mencionar Un mundo feliz de Aldos Huxley, y Glitza del autor de estas líneas. Pero mientras la economía social es el acicate que mueve a la clonación de los seres humanos en la novela de Huxley y el amor es la razón que inspira la clonación de la joven Glitza, El clon de Borges es, igual que en la primera novela de Burgos, producto de una patología síquica de un tal Miguel Ospino que ha convertido a Borges en un dios y que ha caído, según sus propias palabras “en la Borgeslatría o adoración de Borges a la manera de una divinidad”, idolatría que lo lleva a mantener prisionero en una gran hacienda al clon de Borges para disfrutar de esas obras que Jorge Luis Borges no alcanzó a escribir pero que su clon sí lo hizo, superando las anteriores, vale decir, las escritas por el original.
Pero no es solo ciencia-ficción por el ingrediente científico de la clonación. Esta novela, igual de bien escrita y amena como la anterior de Burgos López, parte del supuesto que la obra del Borges real pudo haber sido mayor y mejor si no muere, si hubiese podido ser eterno o haber vivido algunos años más. En las palabras del autor: “¿Por qué no salvar del olvido a todos esos poemas, ensayos o cuentos que todavía no habían tenido tiempo suficiente para ser escritos?”. En la novela, el Borges clonado continúa la obra borgiana original y escribe algo que el primero jamás quiso hacer: una novela. Esto es, salva los textos que el Borges original no alcanzó a escribir. Y hace de este modo transficción, pero no con un ser ficticio, de novela, sino con uno real que tiene un lugar merecido en la historia universal de la literatura.
No obstante que la divulgación social de esta obra de continuación no sucede aún en la novela de Burgos–y ese es el gran dilema del idólatra personaje central que la disfruta con su séquito— El clon de Borges es un ejemplo de ucronía, en la medida en que “explora caminos alternativos a los que suele haber establecido la historiografía en un momento dado y acerca de un evento dado de la historia”, para usar las mismas palabras de Burgos López en su obra teórica sobre el tema; y la ucronía, como él lo reconoce y lo afirma un grande de la literatura contemporánea: Umberto Eco, es una de las variantes de la ciencia-ficción posmoderna.
Aquí conviene precisar que una obra no es de ciencia-ficción solo por el hecho de tener una ciencia actuante dentro de la argumentación y la trama. En el caso de Burgos López esa ciencia es la sicología y se corre, por lo mismo, el riesgo de considerar todo cuento o novela suya, presente y futuro, como de ciencia-ficción porque, casi con seguridad, en todos ellos van a estar impregnando el tejido literario sus conocimientos de sicología. En ese error incurre el escritor cubano Oscar Hurtado al considerar que las narraciones de Jorge Luis Borges son de ciencia-ficción porque la filosofía, que es una ciencia, está presente en todos sus cuentos. Y quienes estimen que es ciencia-ficción la novela Soplo mortal de Isacc Asimov, por la fama del autor y porque se desarrolla en el laboratorio de química de una universidad y el asesinato que en ella se sucede solo pudo ser esclarecido gracias a los conocimientos de esta ciencia que posen los investigadores.
Una obra es de ciencia-ficción si propone una realidad diferente en La Tierra –la de ayer o la de hoy- o en otro mundo y tal realidad es originada o explicada por la acción de una o varias de las ciencias, naturales o humanas, o por una ciencia inventada por el escritor para justificarla literariamente. El cambio en el panorama de la sociedad, en el planeta o en el universo o en su comprensión es sustancial para definir el género, no basta la sola aparición de tal o cual ciencia en la argumentación y/o en la acción de los personajes. De hecho hay críticos que consideran que el ingrediente científico real no es necesario para que una obra sea considerada de ciencia-ficción y para quienes la mejor ciencia-ficción se ha escrito en contravía de la lógica del método científico. Dos de ellos, Robert Scholes y Eric Rabkin, en la obra arriba citada, sostienen que los escritores de ciencia-ficción tan solo se sirven de la ciencia “con rigor o sin él, para alcanzar su objetivo fundamental, que es explorar la vida y el espíritu del hombre”.
En la novela El clon de Borges, la clonación del gran escritor latinoamericano está llamada a producir un cambio tal en la sociedad nada más por el hecho anunciado de que los escritores notables no morirían nunca, con lo que conceptos tales de la crítica literaria como la “originalidad” las “influencias” y los “antecedentes literarios” deberían ser, al menos, replanteados. Y porque un cambio de esa magnitud tendría una amplia repercusión en el ámbito jurídico ya que la sociedad tendría que definir qué personas podrían ser clonadas y convertidas de ese modo en eternas y cuáles deberían ser condenadas a permanecer en el limbo de la intrascendencia. Y surgiría una nueva disciplina crítico-literaria: el estudio comparado de las obras del escritor original y de sus diferentes clones. Por ejemplo qué aportó el Borges 2 al Borges 1 y en qué se diferencian el Borges 3 del Borges 2. Sin contar con que habría entonces bibliotecas por autores: La biblioteca García Márquez, la Biblioteca Ray Bradbury, dada la cantidad de obras que tendrían la misma firma pero de diferentes clones.
Esta obra es, sin duda, un aporte valioso de Campo Ricardo Burgos a la literatura de ciencia-ficción colombiana. Un destacado comentarista y cultor de la ciencia ficción, Dixon Acosta, ha dicho en una reciente reseña de El clon de Borges que con ella Burgos López se perfila como el legítimo sucesor de René Rebetez y Antonio Mora Vélez, a quienes ambos –Dixon y Burgos—nos consideran los reales precursores de este maravilloso género literario en nuestro país. Sobre tal afirmación de Dixon, debo decir que para mí y si René estuviera vivo también lo diría, es un honor ser sucedido por un joven tan talentoso y brillante como Campo Ricardo Burgos, aunque también he pensado que ese sucesor podría ser Orlando Mejía Rivera, otro culto y talentoso escritor colombiano de ciencia-ficción, autor del magistral cuento El asunto García y de la apasionante novela El enfermo de Abisinia.

Montería, febrero de 2011.