Por Antonio Mora Vélez
El 9 de abril se celebra en todo el país un
aniversario más del asesinato del dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán, y
después de 66 años del infausto acontecimiento todavía las autoridades
judiciales no han encontrado a los autores intelectuales del crimen pero
seguimos pagando sus consecuencias. Tal y como él mismo lo vaticinó:
transcurrirían 50 años de violencia si las oligarquías lo asesinaban. Y han
transcurrido más.
La historia
registra que las guerrillas colombianas surgieron como una respuesta del pueblo
liberal frente al asesinato de Gaitán. Fueron inicialmente guerrillas liberales
que fueron derrotadas por la muerte de varios de sus jefes, el abandono que
sufrieron de las directivas del liberalismo y la conversión al “bandolerismo”
de otros. Uno de tales jefes guerrilleros liberales de nombre Pedro Antonio Marín se desmovilizó pero sin
entregar las armas y fundó el caserío de Marquetalia, en donde vivía dedicado a
la cría de cerdos y gallinas al momento de la célebre toma militar de 1964
promovida por la intolerancia goda y que dio origen al actual movimiento
guerrillero.
La gran verdad de los historiadores es
que Gaitán no fue asesinado sólo por Roa
Sierra ni por el comunismo internacional, sindicado por el presidente Ospina
Pérez y la prensa conservadora de entonces para desviar la atención. Fue
asesinado –dicen algunos-- por quienes temían un ascenso del pueblo al poder de
la mano suya y del partido liberal del cual se había apoderado con su verbo y
su carisma. Un llamado al crimen hizo un semanario conservador de Montería unos
días antes del magnicidio, argumentan. Y presuntamente por la CIA –sostienen otros--,
interesada en crear las condiciones para que en la conferencia Panamericana que
se realizaba en Bogotá se aprobara la declaración anticomunista que proponía el
delegado de los EEUU y que no contaba con el apoyo mayoritario de los
asistentes antes del magnicidio y que finalmente se aprobó.
Gaitán era un reformista, un liberal de
tendencias socialdemócratas, pero en modo alguno marxista ni simpatizante del
comunismo. Su ideario así lo decía claramente. Él pensaba en repartir mejor la riqueza nacional
para permitirles a los pobres tener su parte y
tenerlos en cuenta también a la hora de las grandes decisiones del
Estado. Nunca propuso la abolición de la propiedad privada ni la dictadura de
una clase o de un partido. Abogó por la “restauración moral de la República ” en contra de
“los mismos con las mismas”, los oligarcas de ambos partidos que empezaban a
manchar la dignidad de Colombia con actos de corrupción y violencia, y llamó a
la unidad del pueblo diciéndole que “el hambre no era liberal ni conservadora”.
Aspiraba a forjar un partido liberal con ideas de transformación social encaminadas
a poner a Colombia a tono con los cambios que se habían producido en el
capitalismo de Europa, los cuales condujeron a varios de sus países a los
niveles de desarrollo y justicia social que hoy tienen. A nada más aspiraba el
caudillo. De haberlo logrado como presidente hubiera reducido la miseria, las
desigualdades, la corrupción, la intolerancia política, y hubiera iniciado el
proceso de construcción de un país con justicia social, más democracia y sin
violencia. Y tal vez hoy no tuviéramos un 80% de colombianos en la pobreza y no
hubiéramos tenido guerrillas, ni parapolítica ni paramilitarismo.
Hoy, ese partido liberal del cual él se apoderó
para hacer la revolución democrática, es otro; está en poder de las oligarquías
que el tribuno del pueblo combatió y nada se puede esperar de él si queremos
cambiar a Colombia. Y mucho menos de los nuevos partidos surgidos para darle
cabida a las ambiciones de la nueva clase política. Solo el socialismo democrático
salva a Colombia; un gobierno y un sistema que lleve la justicia social a todas
las capas de la población sin tener que recurrir a la supresión de la propiedad
privada; que le devuelva la democracia al pueblo, convirtiéndolo en verdadero definidor
de su destino sin menoscabar el derecho a la oposición legal de las minorías y
que rescate la soberanía económica y política de la Nación, hoy menoscabada por
los gobiernos entreguistas que hemos tenido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario